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Pesca de Dorados en el Río Dulce

Octubre 2016

Volver a donde todo comienza, es algo muy especial en la vida. Tuve la suerte de vivír eso, este último fin de semana, pude regresar a donde la pasión por la pesca de dorados nació. Parece que fue ayer cuando nos emprendimos con mi amigo Nicolas Marcheta varios años atrás, en un viaje en colectivo de más de 20 horas, por no elegir una buena combinación. La falta de información del lugar y el miedo a una eventualidad nos llevó a tomar esa decisión.

El rio Dulce se encuentra en la provincia de Santiago del Estero y sus aguas la recorren la  en forma diagonal y con sentido sureste, siendo una de las principales cuencas de Mar Chiquita, si bien el nacimiento del rio es en Salta y luego atraviesa Tucumán, es en Santiago del Estero luego de la represa de rio hondo donde se lo conoce más con el nombre de Rio Dulce.

Es para mi uno de mis lugares favoritos en el mundo, quizás suene raro leer eso para los que lo conocen, pero es así. Quizás su paisaje en términos modernos no es muy pintoresco, es árido, seco, cálido, frio, etc etc etc.. Pero es lo que es, y cada vez que vuelvo es como la primera vez. Las zonas que he pescado son las de Loreto y Atamisqui. Toda esta zona se encuentra en la provincia fitogeográfica del Chaco, en donde los arboles de Algarrobo y  Quebracho son característicos. Su monte tiene una altura importante comparada con la vegetación cuyana, lo que le da un tono más salvaje al lugar.

Este curso de agua en mi opinión, es un milagro, la vida acuática que tiene es sorprendente, y más por fluir en esos parajes tan secos. Además, lo es por tener  un poder de recuperación (resiliencia) que nunca he visto. La fauna acuática es víctima de innumerables efectos producidos por el hombre. La variación natural del cauce es muy grande entre época de lluvia y no, pero los daños reales los producimos nosotros en la utilización del agua. Este río riega innumerables campos en su recorrido, lo que a veces produce que pierda su caudal minimo ecológico, que desencadena la muerte de muchos peces en él. Esto ha ocurrido en varias oportunidades, a tal magnitud que el olor a pescado podrido puede percibirse a kilómetros, según me han contado lugareños que han estado toda su vida junto al río. Por otro lado, entre catástrofes,  los peces no tiene paz en ningún momento, ya que  recibe una presión de pesca impresionante, he llegado a ver cajas de camionetas llenas de Sábalos y Dorados hasta rebalsarse. Las redes o robadores no es algo extraño de ver, diría que es lo habitual. A pesar de todo esto, que muy resumidamente traté de describir, el río aún tiene vida y sigue siendo algo maravilloso.

La pesca que más disfruto en allí es la de vadeo, creo que en muchos aspectos es muy sacrificada, pero quizás sea eso lo que me apasiona más aún. Estar a punto de nadar, o en muchos casos que nadar sea necesario para pescar es algo que puede suceder, siempre hay una empalizada fuera de rango, y para llegar a ella es necesario dejar todo en la cancha. Como dijimos anteriormente su caudal y temperatura varían mucho, es decir he pasado calor extremo o frío (sobre todo porque es necesario casi siempre vadear profundo) y lo he pescado casi sin agua o siendo un mar con empalizadas inalcanzables. Escribiendo todo esto me vuelvo a preguntar a mí mismo, porque me gusta tanto, y luego me doy cuenta que todas ellas son las razones. Podemos sumar el hecho que estamos pescando dorado, nuestro pez nativo prehistórico, que con su agresividad deja a cualquier impresionado.

En este momento, el rio se está recuperando de todos esos factores mencionados, ayudado por un par de temporadas con mucha agua, lo que disminuye en gran cantidad la presión de pesca y aumenta la posibilidad de supervivencia de los peces. La pesca está muy buena, el nivel de agua quizás es un poquito alto aún y los dorados se encuentran bien “empalados”, en la jerga significa que su rango de movimiento para cazar está muy acotado a la estructura donde vive y se refugia, que en la mayoría de los casos son árboles y ramas caídas. Por lo tanto la precisión, como casi siempre, es determinante. Esto por supuesto es en referencia al tiempo que estuve ahí, ya que la pesca del dorado es algo que varia mucho día a día.

El promedio de capturas varió entre 500 gr y 3 kg, aunque tuvimos grandes dorados al otro lado de la línea, en todos los casos ganaron ellos, sin embargo la salida fue fantástica.

No encontramos diferencias en los patrones y colores de moscas, pero si en la distancia que caían o nadaban de los obstáculos, si bien esto es siempre así en la pesca de dorados, algunas veces eso se nota mucho más. La mayoría de los piques se dieron cuando la mosca cayó o nado a menos de 5 cm del palo. Esto último, es ideal a la hora de pescar dorados en ríos de este estilo, pero a veces se encuentran más generosos y se mueven mucho más para tomar la mosca. Por otro lado, la capacidad de la mosca de profundizar por momentos fue importante, moscas que hundían rápido fueron más efectivas, aunque la mayoría del tiempo solo la precisión para lograr que la mosca nade bien cerca de la estructura y la presentación eran el objetivo a lograr. En cuanto a las moscas, tanto para este sitio como para cualquier otro, creo que la vida de la mosca según los materiales y el tipo de atado que realicemos, son determinantes.

Equipos número 6 dieron buenos resultados, aunque por comodidad de casteo y según gustos, un equipo 8 va muy bien también. Obviamente, este viaje me dejo con muchas ganas de revancha, si todo sale bien espero en noviembre poder hacerme otra escapadita y seguir disfrutando de esta maravilla de la naturaleza que todo pescador apasionado debería conocer. Quizás si busca comodidades y paisajes paradisiacos no sea el lugar para usted, si busca poder soltar la pasión  por la pesca, es un lugar único.

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